EL GOBIERNO DE LAS DAMAS
José Miguel Borja acomete en su reciente novela, El gobierno de las Damas, una visión irreverente e iconoclasta del periodo conocido como “el siglo de oro valenciano”. Con un desparpajo que puede levantar ampollas en el valencianismo bienpensante de la ortodoxia histórica, Borja nos sumerge en una ucronía que se inicia con la partida del rey de Aragón, Alfonso V, a la conquista de Cerdeña, Sicilia y Nápoles. El monarca se instala en las tierras italianas y deja a su esposa, la reina Maria de Castilla a cargo de la gobernanza de la corona. Este es el punto Jonbar, el instante en que diverge la interpretación convencional del hecho histórico y arranca el relato que se deriva a otro hipotético devenir de los acontecimientos en el que Borja nos sumerge con situaciones surrealistas y con notables toques de humor del absurdo. Diversas tramas van dando vida a diferentes personajes, algunos rigurosamente históricos y otros procedentes de fuentes literarias, que se entrecruzan en delirantes encuentros sin ajustarse a cronologías ni precisión en las efemérides, transcurriendo todas las aventuras y variopintos avatares de los protagonistas en una deliberada interpretación caótica y anárquica del cronista ucrónico.
Con un estilo que recuerda a Jardiel Poncela, Borja nos describe el gobierno de las mujeres que promueve la reina Maria como un evento de liberación, de relajación de las costumbres, de indulgencia social ante la herejía y de desdén ante la intransigencia inquisitorial. El humor discurre en la creación de situaciones grotescas, hilarantes e inverosímiles, en las que por medio de la ironía, con diálogos absurdos (en boca de personajes de intocable valor histórico) que inducen a equívocos, sorpresas o contrastes insólitos (para la perspectiva de la ortodoxia académica) en los que Borja logra encadenar los relatos, mezclando con desenvoltura lo sublime y lo vulgar, midiendo la comicidad del lenguaje, cultivando un humorismo agudo y mordaz en el que el disparate oculta una ingeniosa crítica social.