LAS NARANJAS DE ORO
Las naranjas de oro ha sido estructurada en dos planos narrativos.
En el primer de ellos la narradora, una mujer con apariencia felizmente casada con un rígido socio del Opus aficionado al rosario en familia, irá desgranando graciosamente su vida y las aventuras, sobre todo amorosas, que acabarán por trasladarla lejos, muy lejos de su epicena vida anterior.
En el otro plano narrativo, que se inicia en 1885 y se extiende a lo largo de un silgo, rastreando como una saga la andadura de una familia a lo largo del tiempo, se cuenta con raro poder de seducción la historia del oscuro nacimiento, la pujante ascensión y la lenta pero perdurable agonía del cultivo de los cítricos, que dio origen al enriquecimiento del Levante español, y en otros tiempos, feliz.
Cuando ambos planos narrativos confluyan, el lector dispondrá de una acertada radiografía de nuestra época, obtenida no solo sin esfuerzo sino con el placer que proporcionan las buenas novelas: somos lo que somos pues venimos de donde venimos… aunque ya hayamos empezado a olvidarlo.